Con el fin de evitar los daños que ocasiona el azúcar en nuestro cuerpo, o también para seguir una dieta baja en calorías, tendemos a recurrir al uso de edulcorantes artificiales y muy frecuentemente son recomendados por dietistas para seguir dietas hipocalóricas. Entre los más reconocidos se encuentra el aspartamo o aspartame, un edulcorante no calórico descubierto en 1965 por la multinacional farmacéutica G. D. Searle and Company. En 1985 la compañía Monsanto compró G. D. Searle y comercializó aspartamo a través de la compañía NutraSweet, aunque actualmente también se vende bajo los nombres Equal y NatraTaste.
Este es aproximadamente 200 veces más dulce que el azúcar común y suele encontrarse en muchas bebidas y comidas bajas en calorías. Se divide en tres componentes: el ácido aspártico, la fenilalanina y el metanol. El aspartamo ha sido declarado seguro para consumo humano por las agencias de más de noventa países y la FDA lo describe como uno de los aditivos más estudiados de la historia afirmando su seguridad. El Comité Conjunto FAO/WHO de Expertos ha establecido un nivel de ingesta diaria admisible (IDA) de 40 mg/kg de peso corporal, mientras que la FDA lo establece en 50 mg/kg. Sin embargo, muchos otras investigaciones han descubierto que es muy dañino para nuestra salud, al contener una neurotoxina adictiva que afectaría nuestro sistema neuro-endocrino y tendría efectos carcinogénicos.
El compuesto amino-ácido-base se descompone para crear subproductos tóxicos, es decir, formaldehído, ácido fórmico y aspartilfenilalanina dicetopiperazina(DKP), la cual se asocia con una mayor tasa de tumores cerebrales en estudios con animales. En el año 2006 se hizo un estudio en Italia, donde se descubrió que la ingestión a largo plazo de aspartamo en ratas aumentó el riesgo de sufrir diversos tipos de cáncer.
La controversia también se basa en que los estudios financiados por la industria concluyen que el aspartamo es seguro, mientras que las investigaciones financiadas en forma independiente aseguran que el aspartamo es un causante potencial de efectos dañinos.
Según Erik Millstone, profesor de la Unidad de Investigación sobre Políticas Científicas de la Universidad de Sussex, Gran Bretaña, existe una serie de informes que se vienen elaborando desde la década de 1980 que relacionan al aspartamo con más de 90 reacciones adversas en consumidores sensibles. Entre dichas reacciones se incluyen dolores de cabeza, visión nublada, pérdida de sensibilidad y de oído, dolores musculares, ataques de tipo epiléptico, entumecimiento de las extremidades, síntomas parecidos a la esclerosis múltiple y al lupus, excitabilidad, disfunción hepática, pérdida de la memoria, conducta agresiva, convulsiones, daños visuales y degeneración neurológica mayor, cáncer cerebral o alzhéimer.
En una revisión publicada en abril de 2008 en el European Journal of Clinical Nutrition, los investigadores en Sudáfrica evaluaron los posibles efectos de los componentes del aspartamo en el cerebro:
Fenilalanina: alteraría químicamente al cerebro, reduciendo el nivel de serotonina, alterando el metabolismo de los aminoácidos y la función hormonal del cuerpo. Además tendría la capacidad de destruir las células nerviosas, lo que podría ser similar a lo que ocurre en la enfermedad de Alzheimer.
Ácido aspártico: afectaría la capacidad de excitación del sistema nervioso.
Metanol: el metanol deriva en formaldehído, que junto con la dicetopiperazina produciría cáncer y un gran número de derivados altamente tóxicos.
Fuentes: http://adf.ly/1gVFEB http://adf.ly/1gVFGD
Imagen ilustrativa, selección del editor.