"Vi las dos puntitas de las zapatillas. El agua podrida, pleno mayo, casi invierno. Si no veía la zapatilla capaz que tardaba más en encontrarlo. Esa búsqueda se hizo una eternidad"
"Fueron dos minutos, lo empezábamos a buscar y no lo encontrábamos", recuerda Jorgelina.
Cuando describe el momento, Jorgelina se acuerda de cada detalle de la ubicación de la casa que ya no habitan y cada paso que recorrieron hasta que lo encontraron.
"Vi las dos puntitas de las zapatillas. El agua podrida, pleno mayo, casi invierno. Si no veía la zapatilla capaz que tardaba más en encontrarlo. Esa búsqueda se hizo una eternidad", rememora conmocionada.
"Fue una cadena de que todo se fue dando para que no pase lo peor. Si el patrullero no llegaba a tiempo, el nene con hipotermia quizás no llegaba. El corazón de él no sabemos cuánto iba a aguantar"
Ciro tenía prohibido acercarse a la pileta.
"Apoyada las rodillas en el piso, no sé cómo hice la fuerza para no caerme en la pileta. Lo saqué y lo apoyé a un costado. Lo vi violeta, sin respirar".
Jorgelina recuerda muchas cosas de ese día y entre ellas ese momento desesperante: "Pensé que no había más nada para hacer. Se me cruzó por la cabeza que ya me había quedado sin un hijo, que qué iba hacer, que yo no podría vivir con ese dolor… Ni pensé en mi otra hija (Violeta, de 13)".
En la cocina de su nueva casa, Jorgelina se vuelve a emocionar y, señalando a Gonzalo, su pareja, continúa: "Él enseguida se subió encima de Ciro y empezó hacerle Respiración Cardiopulmonar (RCP). Yo salí y vi que había unos albañiles enfrente. Ellos escucharon nuestros gritos. Gonzalo lo estimuló cuatro veces y nada. Pero en la quinta vez, escupió. Lo veía y no podía creerlo".
Las técnicas de RCP las conocían por los medios de comunicación, algo habían visto en la televisión. "Capaz a un hombre en la calle le hago, pero a mi hijo no podría", se sincera Jorgelina.
Una vez que Ciro escupió, su madre lo levantó. "Nos acordamos que los albañiles estaban afuera. Salimos y uno de ellos se cruzó con el teléfono para llamar a la ambulancia. Sabían hacer RCP, pero ninguno se animaba a tocarlo", cuenta.
En ese momento, con el pequeño desvanecido sobre el asfalto, pasó por la esquina un móvil policial del CPC con la Sargento Yohana Cardozo y el Oficial Marcelo Gauna.
"Ellos ni dudaron en ayudarnos. Nos subimos los dos atrás, y ellos nos iban dando indicaciones. Llamaron a un montón de patrulleros más, abrieron el camino y llegamos al toque al Hospital San José", prosigue Jorgelina en su relato.
"Nos recibió Darío Possetto, a quien yo ya conocía previamente y me quedé un poco más tranquila. Aunque siguieron todos los pasos obligatorios: se lo llevaron, le pusieron oxígeno y suero con antibiótico", explica.
Ciro estaba con hipotermia.
"Llamé a mi primo que es el pediátra y neumonólogo de Ciro, Daniel Álvarez, de Zárate", interviene Gonzalo. "Llegó rápido y lo revisó".
El Subsecretario de Salud de entonces, Félix Reynoso, reconocido neurólogo y amigo de la familia, también se acercó al Hospital. "Lo llamamos y vino enseguida. Le tocó atrás en la nuca, que es una zona clave para saber si tiene problemas neurológicos o no. Nos tranquilizó al respecto", recuerdan.
Los agradecimientos son infinitos. "Todas las enfermeras estaban arriba del nene. Yo no lo podía creer cómo actuaron todos", remarca Jorgelina.
Ciro fue derivado al Hospital Militar, a terapia intensiva. Según los médicos, el cuadro era grave y podía hacer un paro cardiaco en cualquier momento. Tenía un coma leve por la hipotermia.
"Estuvo en terapia intensiva todo ese 25 a la noche. No se había despertado ni nada. Pero el 26 se despertó como si nada, como si no le hubiese pasado nunca nada", se emocionan sus papás.
El 27 ya tenían el alta al mediodía. Sin embargo, la partida se demoró un tiempo: no los dejaban ir porque no habían hecho la denuncia policial. "Teníamos que esperar que venga la Policía a tomarnos declaración, para constatar que no fue un accidente doméstico sino un descuido", explican.
"Volvimos a Campana y la sensación fue horrible. Pasamos por al lado de la pileta y me daba odio. También bronca. Si fuera por mí, no volvíamos (a la casa en Los Pioneros), no tenía ganas de volver", afirma Jorgelina.
Y pese a que hacía poco que vivían allí, decidieron mudarse. "Yo me quería ir, no quería salir, estaba encerrada ahí adentro. No quería ni acercarme a la pileta. Lo planteé y nos fuimos", cuentan ahora, instalados en el centro de la ciudad.
Pero la charla vuelve siempre a aquel 25 de mayo. A ese momento en que aparecieron las puntitas de las zapatillas en el agua de la pileta: "La imagen de cuando lo saqué no me la puedo quitar de encima. Esa noche quería cerrar los ojos y no podía: es una imagen que te viene a cada segundo. Estaba al cuidado de nosotros, es chiquito".
En cambio, para Ciro, el recuerdo es difuso. "Jugando en el patio, cerca de la pileta, él le decía a la mamá: ´no corras que te vas a caer´. Nosotros le preguntamos si él se había caído a la pileta y qué estaba haciendo cerca de ahí", explica Gonzalo. "Él nos contestó que estaba "volando". No sabemos si fue un sueño o si él saltó".
Jorgelia agrega: "Tengo una perra policía y, hasta el día de hoy, creo que él le agarró algo, ella fue y lo empujó. Pero no lo sé".
La resolución, afortunadamente, fue exitosa. "Fue una cadena de que todo se fue dando para que no pase lo peor. Si el patrullero no llegaba a tiempo, el nene con hipotermia quizás no llegaba. El corazón de él no sabemos cuánto iba a aguantar".
Y entre las anécdotas que quedaron de aquel día, también tienen una del Hospital Militar: "Al lado suyo había una nena que le había pasado lo mismo y hacía seis meses que estaba en coma. La madre me daba fuerzas, me decía que se iba a despertar. Ella iba todos los días".
Luego de aquel 25 de mayo, "uno se pregunta un montón de cosas", reconoce Jorgelina. "Ahí es cuando crees en el destino. No sé si es aprendizaje, pero como que ahora lo disfrutas más. Le damos todo lo que quiere y estamos más con él", agrega Gonzalo.
Volver a la pileta en Verano "fue un tema" a resolver. "La primera vez que lo metí en la pileta fue en la casa de una amiga. Fue un avance. Después compramos una pelopincho, le pusimos los bracitos y lo empezamos a meter".
Hoy, la familia sigue su vida normal. A Ciro no le indicaron antibióticos ni quedó con secuela alguna. "En el Hospital nos dijeron que fue un milagro. ´Alguien los ayudó´, nos decían", revelan..
Ciro cumplirá 3 años el próximo 2 de mayo, pero en la familia saben que un 25 de ese mismo mes volvió a nacer. Por eso recuerdan lo que los médicos les dijeron respecto al cumpleaños del pequeño: "Ahora hay que festejarlo dos veces".
CONDECORARON A LOS POLICÍAS QUE INTERVINIERON
En diciembre del año pasado, el Subcomisario Alejandro Viguier, Jefe del CPC de nuestra ciudad, nominó al personal que intervino en el accidente de Ciro ante el Ministerio de Seguridad para que reciban una distinción. Y finalmente, la Sargento Yohana Cardozo y el Oficial Marcelo Gauna fueron condecorados con un "Premio al mérito" por su "profesionalismo y compromiso" con la sociedad.
"Cuando regresamos a Campana, fuimos a la sede del CPC, a llevarles un regalito a los policías", recuerda Jorgelina. "El reencuentro fue a puro llanto. El hombre me decía, yo tengo dos hijos y pensé en ellos. Después nos comentaron que les querían hacer un sumario porque no pueden subir gente y tienen que llamar a Bomberos o a una ambulancia".
Y en ese reencuentro, también conocieron una anécdota más que sumaron a esta historia: "Ellos nos contaron que nunca hacen el recorrido de la forma que lo hicieron ese día, sino que lo hacen al revés. Ese día empezaron desde nuestra cuadra".