El embarazo generalmente se presenta como una etapa en la que las mujeres están rebosantes de alegría por estar esperando un bebé. Esto es especialmente cierto en nuestra cultura, en la que valoramos muchísimo la maternidad. Sin embargo, no todas las mujeres viven los embarazos llenas de felicidad, y no porque sean malas mamás, sino porque los cambios hormonales que ocurren durante este periodo pueden provocar una depresión. Al menos una de cada diez mujeres sufre problemas de depresión durante el embarazo.
“Una enfermedad psiquiátrica no controlada durante el embarazo o el puerperio es mucho más peligrosa que el uso de psicofármacos”, explica el doctor Francisco Appiani, médico de planta del Programa de Farmacología Clínica de la Dirección de Docencia e Investigación del Hospital de Clínicas, y con esta frase plantea el abordaje profesional de un tema tan delicado para la práctica médica como son los embarazos de alto riesgo.
En cifras, más del 10% de las mujeres embarazadas sufre depresión, le siguen en frecuencia los trastornos de ansiedad y otras afecciones que tienen que ser controladas con medicación. En Estados Unidos, se estima que hay aproximadamente 500 mil embarazadas por año que se encuentran en tratamiento psiquiátrico. El momento más frágil y de mayor vulnerabilidad de una mujer es el tiempo posterior al parto, denominado puerperio, “es la fase más temida, donde el 80% de las pacientes con afecciones psiquiátricas tienen episodios, en especial trastornos bipolares”, sostiene Appiani.
¿Por qué hablamos de psicofármacos y embarazo? La respuesta tiene que ver con el tipo de medicación que se prescribe. “Cuando se desarrolla un medicamento, por razones éticas, no se puede exponer al mismo a mujeres embarazadas. Las pruebas se realizan en animales de laboratorio y se llegan a conclusiones en cuanto a su seguridad a través estudios científicos. Se calcular que cuando un nuevo medicamento sale al mercado pasan 30 años hasta que conocemos completamente su perfil de seguridad para el uso durante el embarazo y lactancia. Por ello, en la actualidad, los psicofármacos que se prescriben son los más antiguos y los más conocidos”, comenta el profesional.
En cuanto a la lactancia materna, es un momento un poco más restrictivo a la hora de administrar fármacos, ya que las sustancias pasan al bebé a través de la leche. Sin embargo, el especialista explica que “es necesario y está recomendado estimular la lactancia materna, ya que el hecho de amamantar disminuye el riesgo de que la mamá tenga una recaída en su afección”.
De acuerdo con especialistas del Hospital de Clínicas, las afecciones psiquiátricas durante el embarazo y la lactancia pueden y deben ser controladas con medicación.