María Pirón de Caouduro nació un 25 de diciembre de 1927 en Italia (Vicenza). Luego por cuestiones que la vida le fue llevando se trasladó a la Isla de nuestra zona, más precisamente en el Blondeau.
Con tan sólo 23 años la mujer vivió durante 18 meses junto a su marido, con el cual menciona que se casó en Italia, en ese momento por poder el 15 de diciembre de 1949.
Al marido lo conoció después de la Guerra de Yugoslavia, época que durante 5 años mantuvo en vilo a mucha gente. Fue por esta razón que decidieron trasladarse para este continente (ambos trabajan en fábrica allí).
"Mi marido estuvo 2 años en campos de concentración.
Él tenía 19 años en Roma cuando lo agarraron.
Yo lo conocí después de la Guerra, y luego de eso tenía miedo que como la guerra seguían lo volvieran a tomar, ahí fue cuando dijo no voy a querer y así fue que nos vinimos".
Tuvieron dos hijos. María recuerda que siempre fueron una familia muy unida. "Me costó mucho, lloré siempre, muy triste cuando llegué al Blondeau, extrañaba y creo que lo más importante era que no sabía hablar castellano". Fue así que aprendió con el correr del tiempo escuchando en la radio, haciendo actividades, dialogando con su marido nuestro idioma.
"No sabía hablar y la relación con la gente me costaba. Nosotros venimos de edad grande".
María con 89 años y en perfecto estado de salud cuenta que tiene 5 hermanas y que ella es la mayor.
En Italia, vive una sola hermana que es quien insiste para que viaje pero a ella le atan recuerdos acá en Argentina. "Mi cuñado siempre me insiste para ir, me dice que está mi cuarto, mi espacio.
Todos se emocionan cuando voy".
Su marido murió luego de luchar 13 años con la enfermedad del Alzheimer. Luego de 60 años de matrimonio, María nostálgica recuerda de su pareja "era un hombre muy bueno, comprensivo, muy buen padre".
María explica que su hija estando en Córdoba, "Me quiere llevar pero no puedo ir, la tengo siempre conmigo. Estoy bien en casa. Todos on muy cariñosos y atentos como lo eran con el abuelo.
No me puedo quejar de nada".
Esta mujer sigue en pie a pesar de todos los cambios y vaivenes que sufrió su vida, tiene a sus hijos, a sus nietos, sale hacer los mandados temprano para poder descansar a la tarde. De nuestra ciudad le gusta el Boat Club quizás le hace acordar a esa adolescencia en la Isla, junto a la naturaleza y otro estilo de vida.