Hay situaciones que se pueden controlar, medir y regular pero cuando de ese aparato llamado TV surge una noticia difícil de metabolizar, a veces no hay tiempo de cambiar, ni de neutralizarla, dado que atraviesa ese espacio lúdico y se instala como un nuevo integrante de la escena familiar.
Tal vez como un nuevo juego, difícil de jugar para el adulto. ¿Cuál es ese juego?: La pregunta del niño. "¿Qué pasó mamá? ¿Por qué dice ese señor que atropellaron a ese chico? ¿Quién se murió mamá?" Mientras agarra a su oso… "¿qué dijo ese papá en la tele? ¿Es una peli o es de verdad?"
Esa catarata de preguntas invita a tener que tomar una posición ética frente a las mismas: ¿Hay que decir la verdad? ¿Cuánto hay que decir? ¿Hasta dónde explicar? ¿Hay que inventar una historia, negar el tema y cambiar de canal como si no hubiera pasado nada? ¿Enojarse con su pregunta? Es importante saber que cuando un niño pregunta ya tiene una respuesta posible para esa pregunta, o al menos una idea acerca de lo que pregunta. En especial cuando ve o escucha algo y desea corroborar o ver cuál es la versión de sus padres.
Por lo tanto el primer punto es no mentir sino adecuar la respuesta a la edad del niño y chequear hasta dónde quiere saber. No ir más allá y explayarse con palabras y hechos que no pueda procesar. Tal vez se conforme con una información por ejemplo "Dijeron que un señor muy malo hizo algo que no está bien y por eso esta preso". "Hubo un accidente y la persona atropellada quedó muy mal herida y la llevaron al hospital para curar".
No siempre los padres están preparados para responder, pero lo que sí es importante es que valoren el interés de su hijo y su curiosidad y aplacarla con alguna respuesta que le permita sentirse respondido y lo tranquilice.
Aunque tal vez sea, “mirá es un tema de grandes, muy doloroso, no entiendo mucho, si escucho algo más te cuento después", y así ganar un tiempo para pensar y postergar una respuesta completa en ese momento que no están muy seguros de contestar. Otra opción puede ser cambiar de canal como si no hubiera pasado nada. Pero si el niño pregunta y sus padres no responden o lo hacen con evasivas, es como tapar e sol con una mano, imposible. Es negarle una realidad que él mismo escuchó o vio y eso le generará mucha desconfianza a la hora de preguntar nuevamente por temor a que no le respondan o se le mienta.
En Psicopedagogía se llama desmentida. Significa, “hago de cuenta que no viste nada para no comprometerme con una respuesta que me angustia darte”. Por otro lado regular la exposición a la tele y prever estas situaciones es ganar en salud y tiempo para que ese niño crezca viviendo su infancia en casa, en un ambiente más relajado y previsible en vez de con la música o ruido de fondo de noticias que pueden aterrarlo, preocuparlo o alterar su sueño o rutina. El clima familiar se compone por estos pequeños cuidados cotidianos y con la posibilidad de ir adaptándose a las situaciones que se van dando en el transcurso de las horas compartidas.
No es recomendable que los niños pequeños miren noticieros o la TV en general sin presencia de los adultos cerca y monitoreando. Sí una película infantil puesta por el adulto y elegida por el niño. Los peligros, las angustias y las soluciones también están en casa.
Lic. Alejandra Libenson