Mariana del Pino, de MAPO (Movimiento Argentino para la Producción Orgánica)
Este cultivo es de la misma familia que el diente de león, la radicheta, la achicoria y el alcaucil, entre otras hortalizas menos conocidas.
Son hortalizas muy ricas en agua (95 %), pero también en minerales como potasio, vitaminas E y B y ácido fólico. Contienen látex, que le otorgan propiedades tranquilizantes y emolientes a estas verduras.
Las diferentes variedades que hay disponibles en la Argentina son la criolla o gallega, la francesa, la capuchina y la mantecosa.
Criolla o gallega: es la lechuga típica argentina, la que más se consume, y se caracteriza por tener hojas de bordes lisos, las nervaduras más marcadas y ampolladuras en los costados de las hojas, que la hace más crujiente que otras. Son lechugas que no forman una cabeza compacta como sí lo hace la capuchina o arrepollada. La criolla es de verano y la gallega de invierno.
Francesa: es la lechuga con hojas de bordes enrulados, crespos. Pueden llegar a ser plantas muy grandes, pero nunca formarán cabeza, por eso son de hojas sueltas. Pueden ser verdes o moradas.
Capuchina: es la lechuga típica de cabeza compacta, la hoja es redondeada y crujiente. Es mucho más resistente en el tiempo, dura más y se puede transportar mejor.
Mantecosa: es una lechuga de hojas suaves y mantecosas, hoja lisa con nervadura marcada y cabeza más o menos compacta. Se empezó a consumir mucho en estos últimos 15 años.
¿Cómo podemos cultivar lechugas en nuestra huerta?
Es una hortaliza muy fácil de cultivar, en especial la variedad francesa o de hoja suelta. Ésta es la más rápida (hay una variedad que se llama “Grand Rapid”) y la más rústica.
La lechuga capuchina requiere un poco más de conocimiento y también hay que averiguar (donde compramos la semilla) qué variedad es para cada época del año. Además su ciclo (desde la siembra a la cosecha) es más largo que el resto de las lechugas.
Iniciación
Todas las lechugas se pueden iniciar en cualquier época del año pero si las iniciamos ahora en mayo, deberán estar en lugares protegidos de las heladas cuando éstas empiecen a darse. No obstante, si no son muy intensas las lechugas seguramente sobrevivirán.
Este cultivo se puede comenzar de semilla con siembra directa o de asiento en el lugar definitivo, ya que es de fácil germinación y de germinación rápida: tienen problemas para germinar con las altas temperaturas, pero ahora en otoño e invierno no.
Las semillas son muy chicas y un gramo contiene de 600 a 1000 semillas. Es decir que con unos pocos gramos tenemos para sembrar todo el año. Pero no conviene guardarla mucho tiempo porque pierde su poder germinativo: duran 2 o 3 años, en los que va bajando su potencial. Por eso es recomendable renovar nuestras semillas todos los años.
También podemos iniciarlas en almácigo y transplante (es decir, sembrarlas en un lugar pequeño para luego transplantarlas al lugar definitivo). Es aconsejable sembrarlas tirando un chorrillo de semillas a lo largo de una o más líneas a una distancia entre semilla y semilla de 2 a 3 cm, y luego cuando las plantitas tienen ya 3 a 4 hojas verdaderas, las raleamos (sacamos las plantitas que están entre planta y planta) y dejamos las plantas con una distancia de unos 25 cm entre planta y planta. También las plantas que se sacan se pueden transplantar a otro lugar en vez de tirarlas.
Requerimientos
Para la lechuga, las temperaturas óptimas para el crecimiento son de 18 °C, con un rango entre 7 a 24 °C. Es decir que si nos acercamos los 24-25º C, la duración del ciclo será menor, y si nos alejamos por debajo (temperaturas más frías), será mayor.
Las temperaturas más altas (29-30ºC) aceleran el ciclo, pero las hojas son más coriáceas, y con sabores amargos. Es un cultivo de clima templado fresco.
Las lechugas necesitan tener un suelo aireado, rico, es decir bien abonado, sin malezas (porque son plantas bajas que necesitan luz). Si llueve mucho, puede ser que tengan problemas con algunas enfermedades, que se pongan amarillas y se marchiten. En otoño e invierno son muy susceptibles a hongos y otras enfermedades.
Las lechugas más rápidas, que son las “francesas”, tardarán ahora en otoño-invierno de 40 a 60 días, dependiendo del tamaño que las cosechemos y de las temperaturas que haya en el ambiente. Las gallegas y mantecosas, de 60 a 80 días. Y las capuchinas tienen un ciclo mucho más largo: ¡de 90 a 130 días!
Es una de las hortalizas más consumidas por los argentinos, y tiene la ventaja de poder producirse todo el año.