El 18 de marzo de 1948, el gobierno decide la nacionalización de los servicios telefónicos y la Empresa Mixta Telefónica Argentina (E.M.T.A) es incorporada al Estado; esta fecha es recordada como el Día del Trabajador Telefónico.
Los trabajadores telefónicos hacen sus primeras armas y aparecen en la vida del movimiento obrero argentino, como primitiva organización sindical, con una solicitud de incremento salarial en 1883: personal de la empresa Gower-Bell solicita una recomposición, la empresa reacciona despidiendo a los trabajadores y lo reemplaza por personal sin experiencia, hecho que resintió notoriamente el servicio.
Ante las quejas de los usuarios y la prensa, la compañía retomó a los operarios y les otorgó el aumento.
Uno de los primeros conflictos registrados, ocurrió el 11 de febrero de 1907, cuando 20 telefonistas de la Central Once presentaron un petitorio ante el gerente de la Unión Telefónica, solicitando las siguientes mejoras: aumento de $10; establecimiento de tres turnos; franco en domingos y medio día de los feriados; eliminación de las multas arbitrarias.
Las ocho trabajadoras consideradas cabecillas fueron inmediatamente despedidas.
Telefonista
Se denomina telefonista a la persona encargada de gestionar las llamadas telefónicas en una compañía o centro de trabajo y más concretamente, a manejar una centralita telefónica.
Entre sus tareas se encuentran la de recibir las llamadas entrantes tanto del exterior como del interior y dar paso su destinatario mediante la inserción de clavijas en el clavijero o pulsando teclas si se trata de centralitas electrónicas.
La telefonista puede tomar, anotar y transmitir mensajes, comunicar la disponibilidad o no del interlocutor y proporcionar otra información relacionada.
Su trabajo puede compaginarse con otras labores de índole administrativa como archivar documentación, ensobrar o enviar correo o pasar informes a máquina.
Historia
En los primeros tiempos del teléfono, las comunicaciones se hacían a través de centralitas manuales.
Con el fin de reducir el uso de líneas, las centralitas gestionaban un cierto número de abonados que compartían hilo telefónico.
En cada centro trabajaban una o varias operadoras que recibían las solicitudes de sus clientes y hacían las conexiones oportunas.
Cuando un abonado quería hacer una llamada, se dirigía a su operadora que se ponían en contacto con la telefonista de la centralita del segundo abonado para transmitir la llamada.
Los primeros telefonistas fueron niños que ya habían trabajado en los servicios de telegrafía de la compañía de Alexander Graham Bell.
Sin embargo, en 1878 la compañía del inventor del teléfono decidió contratar a la primera mujer para realizar esta labor.
Finalmente, gracias a su contrastada dulzura fueron las mujeres las que consiguieron conquistar por completo el puesto de trabajo. Las centralitas llegaron a España en 1881 y muy pronto fueron operadas también por señoritas que trabajaban de pie frente a la centralita.
Entre los rasgos que caracterizaban a las telefonistas se encontraban su diligencia y rapidez a la hora de manejar los cables así como su discreción ya que podían enterarse de todo lo que se trataba en las conversaciones.
Con la automatización de las centralitas, el oficio de telefonista, tal y como se conocía anteriormente, ha desaparecido.
Al menos, en la actualidad ha dejado de existir como dedicación exclusiva siendo normal que la actividad se compagine con labores de recepcionista, administrativas o de secretariado.